miércoles, 6 de abril de 2016
La psicología en el trading (parte 2)
Confianza en sí mismo
Una de las cualidades que es común en casi todos los Traders que tienen éxito es la gran confianza en sí mismos. Probablemente su propio éxito refuerce dicha confianza, pero sin esa confianza inicial en sus propias posibilidades tal vez no habrían alcanzado el éxito en la operación. La confianza en sí mismo es necesaria para tener independencia de pensamiento y poder tomar las propias decisiones de trading sin necesidad de apoyarse en las opiniones y consejos de los demás.
En la vida cotidiana, la tendencia a considerar adecuada una acción porque otros la realizan funciona normalmente bien. Tendemos a juzgar la corrección de un comportamiento en una situación dada por la medida en que lo manifiestan los demás. Habitualmente, cuando mucha gente hace algo, es eso lo que se debe hacer. Cuanto más alto es el número de personas que encuentran correcta una idea, mayor es la probabilidad de que la idea sea correcta. Y esta forma de pensar se hace especialmente notable en situaciones de incertidumbre. Cuando las personas están inseguras, se sienten más inclinadas a fijarse en las acciones de otros y a aceptarlas como correctas.
En los mercados, la ambigüedad e incertidumbre son habituales y crean las condiciones para que los Traders desprevenidos o con escasa confianza en sí mismos miren a su alrededor para decidir qué es lo que deben hacer. Esto puede ser el origen, en el extremo, de las situaciones conocidas como «manías colectivas», de las cuales la historia de las finanzas está repleta de casos famosos. Cuando tiene lugar una de dichas manías el precio de un activo que se negocia en algún mercado alcanza, durante un cierto tiempo, niveles completamente absurdos que, invariablemente, van seguidas de un desplome hasta el extremo opuesto.
Los Traders más perspicaces han desarrollado, incluso, sistemas de trading basados en la detección de situaciones en los que la inmensa mayoría de los Traders están de acuerdo en que el mercado va a subir o va a bajar, con la intención de utilizar los datos del sistema para hacer exactamente lo contrario.
La hipótesis en que se basan dichos sistemas se apoya en el hecho de que, cuando todos están de acuerdo en que algo debe pasar, sucede justamente todo lo contrario, y ello se explica, especialmente, por la siguiente consideración: cuando existe consenso sobre que algo debe subir o debe bajar, todos habrán tomado posiciones en el lado, comprador o vendedor, acorde con esas predicciones. Pero no importa los factores que debieran determinar la subida o bajada de un producto; lo cierto es que en un mercado sólo suben los precios si hay compradores que empujen las cotizaciones al alza; y sólo bajan si acuden vendedores que presionen los precios a la baja. Pues bien, si todos están de acuerdo en que algo debe subir, todos habrán tomado sus posiciones compradoras y estarán esperando que las cotizaciones comiencen efectivamente a subir pero ¿cómo podrían hacerlo si no queda nadie para comprar?
El resultado es que después de una espera más o menos larga. Los más impacientes deciden vender y el efecto de contagio se propaga con la misma rapidez con la que había hecho subir las cotizaciones, provocando un desplome del mercado.
Por tanto, la confianza en sí mismo es necesaria para poder sustraerse a las presiones interiores que nos llevan, ante una situación dudosa o incierta, a sumarnos al comportamiento de la mayoría. Pero existe también otro mecanismo psicológico que requiere confianza e independencia de pensamiento para evitar que la sumisión al mismo conduzca a graves errores de mercado: se trata de la disposición de las personas, en condiciones normales, a seguir incondicionalmente las recomendaciones de otras personas revestidas de autoridad por su condición de expertos.
La obediencia automática a la autoridad de los médicos, abogados, bomberos o ingenieros, resulta una forma eficiente de comportarse la mayor parte de las veces en la vida cotidiana, pero en los mercados puede resultar fatal para el Trader que gestiona su propio capital.
No es sólo que el experto en mercados financieros pueda equivocarse, lo cual, aunque es obvio, a menudo, se pasa por alto, sino que, especialmente, el experto puede cambiar de opinión cuando las circunstancias cambian, mientras que el Trader sólo conoce la opinión que fue originalmente difundida, pero, por lo general, no los posibles cambios que vaya experimentando la opinión emitida por el experto.
Por tanto, el Trader que gestiona su propio capital debe valorar las opiniones de los expertos en su justa medida, y después tomar su decisión con base en sus propios elementos de juicio.
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